6.donde la sombra del machete

Se arquea, a la noche, se arquea y sus propios adoquines buscan acariciar lo que las mariposas, si mariposas se puede llamar a esos bichos enceguecidos y grises, transformados, los de la luz, se arquea como decía y su propios adoquines buscan acariciar lo naranja de la luz, se arquea la calle sobre si misma, imperceptiblemente se arquea.
Cataneo no sale de su casa, no al menos de noche, no atiende el teléfono ni el timbre. Se pregunta cómo será arrodillarse en la vereda, bajo la insignia del machete, bajo la sombra de Roberto de Las Esporas mientras lo señala y le pregunta
-¿Esther Blec?¿Esther Blec?
¿Qué responderle? ¿Cómo implorarle? Deberá llorar, Cataneo, porque dispuesto está a llorar si por miedo. Y Roberto de Las Esporas, firme con el caballo a dos patas, señalando con el machete
-¿Esther Blec? ¿Esther Blec?
Entonces se arquea, a la noche, se arquea y con sus propios adoquines busca acariciar. Pedalear allí, dar orden, bajar la bicicleta para intentarlo. Desde lo de Cataneo hasta lo de Esther Blec, buscando, pedaleando, darle orden al mundo. Cataneo no sale, no saldrá, encerrado en su departamento no atiende, no atenderá el timbre. Se siente un peoncito acusado de violar a la hija del estanciero, bajo la sombra del machete.
-¡Esther Blec! ¡Esther Blec!
Y lo ultimo que ve son los ojos emblanquecidos del caballo, que relincha, y dos plumas amarillas, que caen desde las jaulas.
¿Tú sabes por qué al gorrión no se lo puede encerrar y al canario liberar? ¿Esther Blec? ¿Esther Blec?

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